Niños con luz, especiales, ángeles…
Muchos luchamos por la no emisión de etiquetas diagnósticas y en el caso de tener que hacerlo (otro día hablaré sobre ello), preferimos ceñirnos a las oficiales , valorando mucho el caso y para no empeorar una situación .
Veo , a diario , niños con carácteristicas diferentes en su desarrollo que no disfrutan de entornos adecuados a sus necesidades.
Sinceramente nunca me encontré con ningún “angel”, ningún niño ” con luz” , ni ningún ” espíritu especial”.
Todos los niños y niñas son especiales , tienen características que les hacen diferentes y conectan con nosotros de forma muy emocional, pues al fin y al cabo es lo que tenemos que hacer con nuestros hijos : amarles sin condiciones.
Continuamente vemos “gurús” que, de un modo quimérico y con términos capciosos , pueden llegar a confundir a las familias que tienen hijos/as con necesidades educativas diferentes a la mayoría.
En mi opinión y como profesional de la Educación y la Psicología , no creo que hagamos bien en poner ese halo de espiritualidad a estos niños/as.
Es algo que puede llevar a los adultos , responsables de la educación de menores y/o adolescentes a caer en el victimismo y alejarles de la verdadera puesta en práctica de recursos y herramientas .Si a una condición diferente le atribuimos cualidades místicas, sin base científica, podemos caer en el error, cuando suponen un problema para el chico/a , de creer:
-bien que estas características han de cambiarse solas
-bien que no tiene remedio ni mejora o incluso aceptarlas como ” una cruz” y abandonar el desarrollo del menor al libre albedrío, cuando todo es susceptible de mejora aplicando las pautas y recursos adecuados .
Estas atribuciones pueden responder a distintas causas :
– Indefensión aprendida:
El adulto educador ve dificultad en la crianza (el trato directo con el educando), así como en el entorno ( la respuesta de la sociedad y la escasez de medios y recursos educativos para apoyar a las familias)
– Comodidad:
La incapacidad de muchos adultos para modificar conductas propias que puedan estar perjudicando al desarrollo del menor y que genera una respuesta acomodaticia.
– Profundas creencias religiosas:
Así como hay familias cuya religión les impele a la no intervención en caso de enfermedad física, las hay que viven con su propia certeza de que las conductas y comportamientos de sus hijos son ” elección divina” y ellos no pueden ni deben hacer nada por cambiarlo.
Por ello considero preferible evitar cualquier etiqueta a un niño o adolescente y en el caso de hacerlo por necesidad , que sea, al menos con un objetivo o bien mayor , como el de ayudar a otros a comprender al menor.
Entiendo que la sociedad aún no está adaptada; son muchísimos los obstáculos que deben ir salvando las familias.
Mi empatía es tal que elegí especializarme en Psicología infantil para poder ayudar , pero sin perder de vista una realidad y claro está llevando a cabo acciones que mejoren los estilos educativos de los adultos así como otras que promuevan o desemboquen en un cambio social a todos los niveles, tanto cívico como político e institucional.
Cómo gestione cada adulto sus penas y sus problemas es su elección , pero atribuir características místicas , religiosas e intangibles a los niños , no , pues ellos y sus condiciones son muy reales y es una problemática que solo podemos cambiar desde la intervención.
Las diferencias entre los seres humanos existieron y existirán toda la vida y eso es algo asumible y asumido. Tenemos que aceptarlo tal cual y educar en el respeto y la tolerancia hacia cualquier condición o diferencia. Al fin y al cabo el concepto de ” normalidad “ no es algo estricto y real, sino que es subjetivo, flexible, cambiante y nos viene dado por diversas circunstancias sociales en base a hábitos adquiridos en cada época .
Si trabajásemos los valores mencionados , ya tendríamos superada gran parte del camino.
Lo siguiente sería trabajar , de forma concreta, para poner en práctica recursos en base a dar soluciones a problemas diarios y reales, para que todos nos podamos mover y desarrollarnos , a nivel físico y psicológico, según nuestras necesidades.
Muchas son las necesidades que se han llevado a cabo , tales como , por citar ejemplos , semáforos que emiten sonidos y sistemas de lectura para invidentes, rampas y adaptaciones en edificios, calles y mobiliario urbano para personas con movilidad reducida o lenguaje de signos en casos de hipoacusia profunda.
No obstante , si aún queda mucho por hacer para que estos grupos se vean perfectamente atendidos en sus necesidades pero mucho más queda para afrontar las dificultades que se presentan a personas que quizás no tienen características diferentes tan visibles pero que sabemos están ahí y que igualmente necesitan la adaptación de el entorno.
Desde la Pedagogia Neurodiversa queremos aportar recursos, herramientas, formación e información para todos aquellos adultos que deseen hacer de este mundo un lugar más justo e inclusivo.
Carolina García Sanchez